lunes, 29 de abril de 2013

Explico algunas cosas.



Pensaréis que soy feliz. Cuando me río y me pongo colorada y asiento y comprendo lo que decís y sentís, cuando gritamos sobre algo y hablamos y os quiero tanto. Será porque soy irónica y a veces hasta ingeniosa y doy mil vueltas porque habrá que reservar el buen humor para algún momento, digo yo. Será porque no veis ciertas cosas o la falta de ellas, y te quiero abuelita aunque no atiendas a razones y te quiero mamá aunque me mires y solo veas decepciones y defectos y no nos conozcamos después de veinte años. Sentirte un fracaso para ti y para los tuyos, si es que se pueden llamar así. Supongo que si algo se me da bien es hacer un grano de arena a partir de una montaña para tragármelo y que nadie vea lo que nadie quiere ver y que nadie sepa lo que nadie quiere saber, y Alba debería trabajar como hace todo el mundo, y Alba debería estudiar algo útil como hace todo el mundo, y Alba debería echarse novio como hace todo el mundo, y Alba debería ser como todo el mundo como hace todo el mundo, y seamos sinceros, nadie necesita a Alba. Me estoy ahogando. Será porque no tenéis a un extraño por padre, o porque no echáis en falta la llegada de un extraño, o porque no sois unos extraños. Será porque no os vais quedando sordos y mudos emocionalmente año tras año tras año tras año y cuándo cuándo vas a hacer esto y lo otro nunca, mamá, nunca, nunca abuela, nunca. Y cuándo vas a dejar de tener miedo al futuro y a los demás, nunca, Alba, nunca, y cuándo harás honor a tu nombre. Será porque no os han mirado como me miran a mí, como me miro yo cuando el tiempo pasa arañando la piel y los espejos y solo los ojos son los mismos, pero con menos brillo y más miedo, otro libro leído, otra película vista, pero el mismo pozo de inseguridades y carencias en el corazón. O será porque me río y me pongo colorada y asiento y comprendo lo que decís y sentís, porque gritamos sobre algo y hablamos y os quiero tanto, y pensaréis que soy feliz. 

Pero no lo soy.

jueves, 18 de abril de 2013

Flatland (Sam)



Un bache.

Un bache.

Cada casa es una lápida.

Un bache.

Los problemas no te hacen especial, solo más desgraciado.

Un bache.

Madre, yo quiero ser feliz.

Madre, yo quiero vivir las aventuras al inventarlas.

Madre, yo quiero que la vida no sea bache tras bache y cada casa una lápida y que las aventuras puedan vivirse de verdad al inventarlas.

Cada casa es un bache.

Cada día es una lápida.

Cada aventura es el espejismo en medio del desierto, la arena de los días es ceniza.

Madre, yo quiero que las aventuras me ayuden a dejar atrás los baches de ceniza al inventarlas y que el espejismo sea de verdad un oasis más allá de los días y las casas.

Madre, no quiero ser solo un bache.

No quiero ser ceniza.

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(Pues verán, supongo que aquello no era bueno para ninguno de los dos, pero es difícil ser siempre profesional  cuando necesitas a alguien que te ayude a curarte las heridas.)
 
Su pierna suave en la semioscuridad sé que me mira y la siento mirarme pensaríais que hay que ayudarse a uno mismo antes de intentar ayudar a los demás pero ella está aquí conmigo con todos sus diplomas y sus complejos y sus lágrimas aún por derramar y vuelve a casa y se siente tan sola que quizá por eso es capaz de entender hasta al más miserable de la tierra o eso piensa o cree que piensa o cree que cree que piensa.

Paciente de paciente.

Un espejismo, una fuente de ceniza.

Atlas.

Madre, por qué me condenaste a la eternidad de este desierto.

(Allí es donde lo encontraron.)       

Otra más otra más qué es lo que te hace diferente aparte de tu miseria y tu doble moral nada madre por qué me redujiste a esto por qué a una suave pierna de mujer en la semioscuridad por qué ya nunca podré volver a pensar y ni a inventar nada yo a veces lloraba pero no sabía cómo explicarlo.

(De pronto se levantó y me dijo que me largase, y le miré sin poder creérmelo. Tenía la cara contraída de rabia, como…como si me odiara.)

QUE TE VAYAS DE MI CASA

Fuerafuerafuerafuera

(Me levanté llevándome la sábana conmigo. Se tapó la cara con las manos, cruzando su lado de la habitación una y otra vez, histérico. Hizo añicos la lámpara de la mesilla de noche; creo que le sangraba la mano.)

ES QUE ESTÁS SORDA

Ya no puedo más no puedo más deja de mirarmedejademirarme, no ves que lo que tienes delante no es nada, yo ya no soy nadie.

(Nunca me habían apuntado con un arma. Les juro que pensé que iba a dispararme.)

Nadie.

(Allí es donde lo encontraron.)